Gracias a los flight sims, podemos tener esta imagen ilustrativa de como se hubiese visto un Harrier con los colores de la PLAAF. Si bien es altamente especulativa, es seguro suponer que por su rol de ataque los Harrier hubiesen recibido una librera verde oscura similar a los Q-5. Créditos: Spinners1961 via Flickr. Retocado digitalmente y con IA por No Barrel Rolls. |
La venta de un avión de combate representa algo más que la transferencia de una tecnología militar ya que es, en esencia, un acto político que marca la alineación del país receptor hacia aquel que fabrica la aeronave. Durante la Guerra Fría estos gestos fueron más importantes que nunca.
Al romper relaciones con la URSS, China además de hacer una fuerte declaración política, obtuvo acceso a los productores de armas occidentales permitiéndole superar la brecha tecnológica que tenía su industria de defensa en ese momento. De todos los sistemas de armas que Pekín intentó adquirir, uno hizo sonar los teléfonos de Washington, Moscú y Londres al mismo tiempo; el Hawker Siddeley Harrier.
En 1970, Hawker Siddeley vendió cuatro Tridents a la aerolínea china CAAC. Este contrato ,valorado en U$S 48 millones (más de U$S 371 millones actualmente), fue el comienzo de una relación fructífera entre el país asiático y la Hawker, siendo la primera de una serie de ventas que alcanzarían un total de 33 Trident 2E y 2 Super Trident 3B. Estos aviones se utilizaron ampliamente en la aviación civil y militar china durante décadas.
El acceso al Trident fue uno de los beneficios de la ruptura Sino-Soviética de 1969 que acercó Occidente a China, poniendo a su alcance la adquisición de bienes de altísima tecnología de los cuales la industria local no tenía un equivalente, además de permitirle achicar la distancia que la separaba de sus equivalentes al otro lado del mundo.
Nada representa mejor este acercamiento que la industria de defensa, tal como ocurrió con el Chengdu J/F-7 Skyguard. La incorporación de tecnología de procedencia, principalmente norteamericana permitió evolucionar el diseño original del caza hasta el llamado Super 7 desarrollado en conjunto con Grumman.
Para el Reino Unido, y para Hawker Siddeley en especial, la venta de los Trident representaba una puerta de entrada al lucrativo mundo de los contratos militares con China. En 1972, durante la entrega oficial del primero de esos aviones, funcionarios chinos sondearon a la delegación inglesa sobre la posible adquisición de 200 ejemplares del Harrier.
(Nota del autor: Las fuentes no especifican un modelo específico pero podemos especular con que se trataba de unos similares al GR.1A de la RAF).
Este caza era una solución ideal para China por varios motivos. Gracias a su capacidad VTOL, podía despegar desde prácticamente cualquier lado, mitigando el limitado número de aeródromos con los que contaba el país asiático en ese momento. Otra ventaja era su diseño lo hacía adecuado para roles antitanque, reconocimiento y apoyo aéreo cercano, lo que le permitía contrarrestar una posible agresión de parte de la Unión Soviética.
Finalmente, la adquisición del Harrier supondría la incorporación de una nueva clase de doctrina operativa para la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación (PLAAF por sus siglas en inglés) aumentando sus capacidades al mismo tiempo que su prestigio; convirtiéndose en un símbolo de la creciente capacidad militar y sofisticación tecnológica de China.
Sin embargo estas primeras negociaciones no llegaron a nada. Las turbulencias políticas en China producto de la muerte de Mao y el retorno de Jiang Qing junto con la llamada "Banda de los cuatro" congeló las relaciones entre ambos países y las charlas sobre el Harrier fueron suspendidas.
Una nueva era
Tras la marejada política, el período interregno de Hua Guofeng hizo que el acuerdo del Harrier volviera a la mesa de negociaciones. Durante la visita de una delegación comercial británica encabezada por Lord Roll a Beijing en noviembre de 1977, el viceprimer ministro chino Wang Chen comunicó a sus invitados ingleses que China mantenía la intención de adquirir el Harrier.
Esta declaración de interés fue seguida por una visita al Reino Unido del Ministro de Comercio Exterior chino, Li Chiang, con la intención principal de asegurar la exportación de equipamiento militar. Li recibió una demostración privada del Harrier como parte central de su gira, confirmando la intención de los ingleses por que el negocio se llevara a cabo.
La capacidad VTOL del Harrier permitía su despliegue desde, prácticamente, cualquier parte. Una ventaja para China con su limitada red de aeródromos.
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Más allá de los ágapes, había un tema que preocupaba al gobierno inglés y era la posible violación a sus obligaciones con la CoCom de seguir con la venta del Harrier. El gabinete laborista del Primer Ministro James Callaghan estaba particularmente preocupado por la reacción de los EEUU ante este contrato, por lo que se preocupó por mantener el diálogo abierto con Pekín mientras buscaba el visto bueno de Washington.
Para 1978, el interés chino por la aeronave se hizo explícito cuando en noviembre, durante una visita de Wang Chen al Reino Unido, la delegación china hizo llegar un documento técnico formal con sus requerimientos para el Harrier y solicitando que el mismo fuese respondido con una oferta formal de parte del gobierno inglés. Este acto fue seguido por una visita oficial del responsable de la industria aeronáutica china, Lu Tung, quien inspecciono diversas aeronave entre ellas el Harrier.
La URSS no se quedó callada. En una carta dirigida directamente al Primer Ministro, el Premier soviético Leonid Brezhnev, calificó todo el asunto como "un acto hostil", advirtiendo sobre posibles consecuencias si el contrato se llevaba a cabo. Esta carta sería posteriormente filtrada a la prensa, quizás en un intento para forzar al gobierno inglés a retirarse de la mesa de negociaciones.
Moscú no era el único que se oponía. El gobierno estadounidense también mostraba sus dudas sobre la transferencia de los Harrier a China. En un primer momento, Washington argumentó que la venta era una infracción a la Mutual Defense Assistance Control Act (mejor conocida como "Battle Act") de 1951 que prohibía la transferencia de armamento a países del bloque soviético. Además, había un temor real de que China fuese a utilizar dichos aviones en contra de Corea del Sur e incluso, que los soviéticos se retirasen de las discusiones SALT de desarme nuclear.
Finalmente, estaba el tema de las normas CoCom. El Reino Unido había sido uno de los 17 firmantes del tratado, pero lo cierto es que vender los Harrier no sería la primera vez que en el 10 de Downing Street se obviase el acuerdo CoCom, como pasó con la venta de los motores Rolls-Royce Spey a China en 1975.
Es que la década de los 70 daba más de una razón al gobierno inglés para ignorar este tratado. Con 1.25 millones de desempleados en 1975, los políticos ingleses sentían la presión por crear empleos. A esto se debe sumar una crisis de balanza de pagos, con exportaciones decrecientes y costos de importación crecientes.
En diciembre de 1976, el país enfrentó la posibilidad de un default de su deuda soberana y tuvo que recurrir al Fondo Monetario Internacional. Esta crisis económica impulsó la necesidad del gobierno por buscar hard currency, por medio de un incremento en las exportaciones, con la industria de defensa asumiendo un papel central en esta campaña.
La venta de los Harrier a China se veía como una gran oportunidad para mitigar varios de estos problemas de una manera muy elegante y práctica. Se estimaba que la venta de estos 200 ejemplares del caza generaría entre 500 y 700 millones de libras esterlinas en exportaciones y crearía miles de empleos, por lo que se consideraron opciones para esquivar las restricciones CoCom.
La Gran Muralla en el Parlamento
A pesar de que la prensa inglesa daba el contrato como cerrado, lo cierto es que para 1978 el gobierno inglés aún arrastraba los pies sobre el asunto. Ese mismo diciembre tuvo lugar en el Parlamento un acalorado debate donde se pudo ver las dos posiciones enfrentadas en el seno del gobierno.
Del lado de los defensores, se encontraba el conservador Robert Adley, representante de Christchurch y Lymington quien defendía la venta desde 1974. Adley fue quien presentó el tema para su debate en el reciento argumentando los posibles beneficios políticos, estratégicos, económicos y laborales. El mismo había demostrado su disposición a involucrarse directamente en el asunto, al haber mantenido reuniones con los delegados sindicales de Hawker Siddeley Aviation, para comprender mejor las implicaciones prácticas del acuerdo y la posible generación de nuevos puestos de trabajo como resultado.
En su argumento, sostenía que China se enfrentaba a una amenaza significativa por parte de la Unión Soviética, debiendo ser vista como un aliado potencial en lugar de una amenaza para Occidente. Citando al exsecretario de Defensa de los EEUU, James Schlesinger, quien describió a China como "el mejor aliado de la OTAN", para respaldar su afirmación de que unos vínculos más estrechos con el gigante asiático serían beneficiosos para los intereses occidentales. Asimismo, enfatizaba que la venta de Harriers serviría principalmente para reforzar las capacidades de defensa chinas contra la URSS, contribuyendo a estabilizar militarmente la región.
Asimismo, destacó los importantes beneficios económicos y de empleo que resultarían de este contrato, proyectando importantes ingresos por exportaciones y creación de empleo, en particular para Hawker Siddeley y Rolls-Royce, sosteniendo que sería un impulso en general para la industria aeroespacial británica.
PAra los defensores del acuerdo. El Harrier permitía a la PLAAF contar con una plataforma de ataque al suelo capaz de realizar misiones antitanque, apoyo aéreo cercano y reconocimiento capaz de contrarrestar un ataque soviético. Créditos: Spinners1961 via Flickr. Retocado digitalmente y con IA por No Barrel Rolls. |
Durante todo su argumento, Adley criticó repetidamente la "vacilación" e "indecisión" del gobierno a la hora de negociar este acuerdo. Sosteniendo que esta actitud excesivamente cautelosa ponía en riesgo una gran oportunidad, especialmente dada la posible competencia de otros países, en particular los Estados Unidos por satisfacer este requerimiento.
(Nota del autor: Adley tenía un muy argumento. La compra de los Harrier por parte de España en esta misma época fue complicada debido a las antiguas fricciones políticas entre ambos gobiernos. La compra no se destrabó hasta que EEUU actuó como intermediario).
El conservador Hugh Dykes, representante por Harrow East, hizo eco del argumento de Adley instando al gobierno a mostrar "energía e iniciativa" para responder al interés de China en el Harrier. Destacando la exitosa venta de los aviones al USMC como prueba de las capacidades únicas del caza y su potencial comercial.
Si bien la mayoría de los miembros del Parlamento que hablaron durante este debate sobre la venta de los aviones, independientemente de su afiliación política, apoyaron la venta; hubo algunas voces disidentes como la del representante laborista por Oldham East, James Lamond.
Lamond se opuso a la venta de los Harrier argumentando que la venta de armas no beneficiaría al pueblo chino ni contribuiría a la paz en el mundo. Afirmó que preferiría que el gobierno británico priorizara la venta a China de "bienes socialmente útiles" que tendrían el potencial de mejorar las vidas de los chinos. También expresó su preocupación por la posibilidad de que los cazas fuesen utilizados fuera de las fronteras de China, a pesar de las garantías del gobierno chino de que los usarían con fines meramente defensivos. Por último, le preocupaba que la venta pudiera perjudicar las conversaciones SALT.
Alan Clark, representante conservador por Plymouth Sutton, también mostró sus reservas mostrándose inclinado a reducir el número de Harriers a transferir a China, los que podrían ser utilizados como un "elemento estabilizador", al mismo tiempo que advertía sobre un posible programa de rearme más ambicioso de China, inadvertido por parte de Occidente, que podría convertirla en el país más poderoso del planeta, lo que podría derivar en un ataque preventivo por parte de una Unión Soviética al sentirse amenazada.
Mucho ruido para nada
Para 1979, la administración Carter en EEUU había cambiado su postura y ahora permitía que los fabricantes europeos vendiesen armas a China, siempre que fuesen con fines defensivos. Este cambio de postura, influenciado por el deterioro de la relación debido a la intervención de la URSS en el cuerno de Africa y Medio Oriente, creó una ventana de oportunidad para que el Reino Unido siguiera adelante con el acuerdo por el Harrier.
Washington veía ahora esta venta como una manera de fortalecer los lazos con Pekín y promover la estabilidad en el Lejano Oriente al mejorar las capacidades defensivas de China contra la percibida amenaza soviética.
A pesar de este espaldarazo, el gobierno norteamericano demandaba garantías de parte del gobierno inglés de que estos aviones no serían usados contra Taiwan. Al mismo tiempo que seguía preocupado por que los soviéticos se retiraran de las charlas de desarme nuclear.
La URSS mantenía su postura de que la venta dañaría las relaciones bilaterales, pero en el seno del gobierno inglés estas quejas fueron desestimadas argumentando que Moscú no dictaría la política exterior de Londres.
Nuevamente, estaba el tema de las normas CoCom. Londres no quería repetir el papelón de los Spey y buscaba la manera de transferir los Harrier de manera perfectamente legal por lo que requería la aprobación del organismo. Pero esto requería de que cada miembro diese el visto bueno a la venta lo que podría dilatar el proceso indefinidamente.
Pero en China el interés por el Harrier comenzaba a menguar. El ascenso de Deng Xiaoping como líder del país hizo de las reformas económicas el eje de su política interna, reduciendo las inversiones en material militar, reduciendo la urgencia por la adquisición de los aviones.
El golpe de gracia para la venta vino con la Guerra sino-vietnamita a principios de 1979. Al invadir China su vecino Vietnam, las negociaciones descarrilaron totalmente. Este acto de agresión hizo que fuera políticamente insostenible para el Reino Unido seguir adelante con la venta, dada la posibilidad de una reacción internacional negativa.
Discretamente, el acuerdo fue olvidado. Si bien nunca se materializó, el mismo tuvo un impacto duradero en las relaciones chino-británicas ya que ayudaron a construir vínculos más estrechos entre los dos países y allanaron el camino para un mayor comercio y colaboración en otras áreas. A largo plazo, la voluntad del Reino Unido de interactuar con China, incluso en temas delicados como la venta de armas, contribuyó a una mayor apertura de China a Occidente y a su integración en la economía global.
El episodio de Harrier también subraya la naturaleza compleja y a menudo contradictoria de las relaciones internacionales. Durante los 2010 se sondeó el interés de Taiwan por varios AV-8B del USMC, e irónicamente, China fue la primera en oponerse al Harrier.
Esta instantánea muestra la línea de producción del Harrier en las instalaciones de Hawker Siddeley. La venta de los aviones a china hubiera generado millones de libras esterlinas en exportaciones y nuevos puestos de trabajo muy necesarios en la economía inglesa de mediados de los 70. Créditos: British Pathé via YouTube. Retocado digitalmente y con IA por No Barrel Rolls. |
Fuentes
- Redacción. (Mayo 10, 1971). British bid to sell jets to China. The Age.
Disponible en: https://news.google.com/newspapers?id=A-FUAAAAIBAJ&sjid=qJADAAAAIBAJ&pg=6757,2106429 - Redacción. (Agosto 25, 1971). China Will Purchase 6 British Jetliners In $48‐Million Deal. The New York Times.
Disponible en: https://www.nytimes.com/1971/08/25/archives/china-will-purchase-6-british-jetliners-in-48million-deal.html - Redacción. (Diciembre 5, 1972). After Trident, Concorde? The Glasgow Herald.
Disponible en: https://news.google.com/newspapers?id=hItAAAAAIBAJ&sjid=9KQMAAAAIBAJ&pg=2166,780008 - Doder, D. (Noviembre 24, 1978). Brezhnev Warns Britain on Sale Of Jets to China. The Washington Post.
- Adley, R. (Diciembre 12, 1978). Harrier Aircraft (Sales To China). United Kingdom. Parliament. House of Commons. Edited Hansard, 960. p. 586-621.
Disponible: https://api.parliament.uk/historic-hansard/commons/1978/dec/12/harrier-aircraft-sale-to-china - Crane, D. (1981). The Harrier Jump-Jet and Sino-British Relations. Asian Affairs, Vol.8(4). p. 227 a 250.
Disponible en: http://www.jstor.org/stable/30173489 - Gregory, J. E. (1987). Controlling the Transfer of Militarily Significant Technology: COCOM After Toshiba. Fordham International Law Journal. Vol.11(6). p.863-882.
Disponible en: https://ir.lawnet.fordham.edu/cgi/viewcontent.cgi?referer=&httpsredir=1&article=1199&context=ilj - Harvey, E. (2013). The modernisation of China and the Harrier ‘Jump-Jet’: Sino-British relations during China’s ‘opening-up’ to the world. The Berlin Historical Review.
Disponible en: https://www.academia.edu/8059397/The_Modernisation_of_China_and_the_Harrier_Jump_Jet_Sino_British_relations_during_China_s_opening_up_to_the_World
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