El 18 de abril de 1942, una formación de 16 bombarderos B-25 Mitchell despegaron desde el portaaviones USS Hornet, para dirigirse hacia sus blancos en el archipiélago japonés por primera vez en la Segunda Guerra Mundial. El impacto del "Doolittle Raid" no fue material, pero si moral, ya que demostró al alto mando japonés que el archipiélago no estaba fuera del alcance de armas norteamericanas.
Esta acción impactó profundamente a Chikuhei Nakajima, el fundador de la Nakajima Hikōki Kabushiki Kaisha (中島飛行機株式会社, o Compañía Aeronáutica Nakajima) quién propuso un nuevo diseño que permitiese a las fuerzas japonesas atacar objetivos en los EEUU; un bombardero que pondría durante su fallido desarrollo la pericia y habilidad de la industria aeronáutica nipona al límite. Esta es la historia del bombardero estratégico Nakajima G10N Fugaku.